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¿Qué secuelas puede tener una otitis?

La otitis es una enfermedad auditiva de la que seguro muchos hemos oído hablar, pero sobre todo en esta época otoñal es más sonada aún. Y es que con la vuelta al cole, la salud auditiva de los niños está en el punto de mira.

Muchos niños han tenido otitis este verano y puede que muchos no estén del todo curados, que hayan quedado residuos y eso provoque una recaída.

En este artículo veremos con más detalles qué es la otitis, los tipos que existen, cuáles son los factores que desencadenan esta infección en el oído y qué síntomas presenta. De esta forma, si tienes hijos, podrás identificar cualquier anomalía rápidamente e ir al especialista a la mayor brevedad posible.

¿Qué es la otitis?

La otitis es una infección del oído, que causa inflamación. De hecho, la más común es la otitis media, causando inflamación en el oído medio. Este se ubica justo detrás del tímpano.

La otitis se considera una enfermedad común en niños (0 a 7 años). Y dependiendo de su evolución, puede provocar la secreción de un líquido (fluido seroso, pus o viscoso) en el oído medio.

Tipos de otitis que se pueden padecer

Una otitis común es la externa que aparece sobre todo en personas que practican natación. Aunque también puede surgir por otros motivos externos, como la falta de cerumen, traumatismos, el uso de bastoncillo o la sudoración excesiva.

Podemos decir que la otitis media se clasifica en:

  • Aguda: Al afectar al sistema respiratorio, el síntoma más común es la tos. Se trata de una infección contagiosa y puede presentarse de forma permanente o recurrente (de forma periódica).
  • Subaguda: Se manifiesta cuando en la cavidad del oído medio se empieza a segregar un líquido (exudado). El paciente puede ser asintomático o presentar síntomas leves. Y si durante más de tres meses, ese líquido continúa, la otitis pasará a ser crónica.
  • Crónica: Existen dos tipos, con exudado, con duración de 3 meses y una otitis supurada, con exudado superior a 3 meses.

Causas de la otitis

Hay unos gérmenes que se identifican habitualmente en la otitis. Estos reciben los siguientes nombres: Haemophylus influenzae, Streptococcus pneumoniae y, en menores casos, la Bramanella catarralis, el Streptococcus del grupo A y el Staphylococcus aureus.
Los motivos de estos gérmenes pueden venir del baño en aguas contaminadas, la natación, humedad en el ambiente, sudoración excesiva, la exposición a una temperatura ambiental elevada o incluso el uso de bastoncillos.

Aunque además de estas bacterias, también puede desencadenar otitis algunos virus: el virus respiratorio sincitial, el virus influenzae, el virus parainfluenzae, adenovirus, rinovirus y enterovirus.

Otras causas que pueden ocasionar otitis son los problemas de alergias y una infección de la vía respiratoria alta.

Síntomas habituales entre pacientes con otitis

Dependiendo de la evolución de la otitis media, se presentarán unos síntomas u otros. Lo normal es que un paciente con otitis aguda tenga dolor de oído (conocido con el nombre de otalgia), tinnitus, irritabilidad y fiebre. Y aunque es menos frecuente, también puede provocar vértigos, supuración y parálisis facial (esto ocurre cuando hay complicaciones en el oído interno).

La otitis es frecuente en niños que van al colegio, que sufren inmunodeficiencias o que tienen alteraciones en el área de la faringe. En los bebés, por ejemplo, el indicio de una otitis es el llanto y la irritabilidad; así como también la otitis puede aparecer después de un constipado.

El tratamiento para curar la otitis

Un tratamiento adecuado para eliminar posibles secuelas en el oído medio es clave para que en unos años el paciente no desarrolle y padezca una otitis crónica. En algunos casos, el tratamiento con antibióticos suele ser efectivo a las 48 horas. Pero hay niños a los que les afecta más y puede llevarles a perder algo de audición.

Dependiendo de la lesión producida en el oído medio, se valorarán diferentes tratamientos. Por ejemplo, en una otitis media crónica, cuando un paciente muestra perforación en el tímpano, lo más habitual es que se haga un injerto de la membrana timpánica, mediante cirugía. En concreto, esta operación recibe el nombre de miringoplastia.

En algunos pacientes, los huesecillos del oído medio están lesionados. Por ello, se realiza un injerto de la membrana timpánica y se reconstruyen esos huesecillos (timpanoplastia). Para esta reconstrucción en ocasiones se utilizan prótesis artificiales de titanio.

Se recomienda que en determinadas épocas del año se tomen medidas de prevención para evitar o frenar la evolución de esta enfermedad auditiva, sobre todo en los más pequeños, que son los más propensos a desarrollarla. Así que no olvides ir al especialista para que explore su canal auditivo y realice una evaluación de su tímpano.

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